Esmeralda recibió tantas felicitaciones y debió sonreír tanto como nunca antes. En aquella situación podía comprender como la gente debía de fingir por conveniencia, porque ella estaba segura que si se comportaba como realmente deseaba debería dar muchísimas más explicaciones que no le apetecía dar. Kenton sonreía con felicidad. Esmeralda oficialmente era su prometida y estaba seguro de que en apenas unas pocas semanas se convertiría en su esposa. Jamás había deseado unir su vida a la de ninguna mujer, pero ella había llegado a cambiar por completo todos sus ideales, pensamientos, ideas. Cuando los prometidos se retiraron de aquel salón y subieron al automóvil que los esperaba aquella farsa de pareja feliz y perfecta terminó. Esmeralda soltó su mano y mantuvo la distancia dentro del vehículo. -Te diría muchas cosas, pero tú chófer no tiene la culpa de nada y ni merece presenciar un espectáculo- Kenton tragó saliva y aflojó el nudo de su corbata, sintiendo que se asfixiaba -Esmeral
Ler mais