Aullidos de lobo se escuchaban en la lejanía, logrando asustarla un poco. Caminando entre los vetustos pinos y árboles, Génesis pudo ver un par de ojos brillando en medio de la penumbra, su respiración comenzaba a agitarse al saberse rodeada de lobos, aunque, a juzgar por las sombras, estos eran mucho más pequeños que aquel que yacía justo enfrente. Quedándose quieta, y mirando a su alrededor, extrañamente no se sentía amenazada, como si aquellos animales solo la estuviesen observando con curiosidad en lugar de como una presa, el más alto de ellos, que, suponía, era el alfa de la manada, se acercaba poco a poco hasta ella olisqueándola con precaución, como si fuese ella la peligrosa en ese lugar.Lamiendo las yemas de sus dedos, aquel curioso animal, la incitaba a acariciarlo; los demás lobos salían detrás de los arbustos, revelando ante ella que, en realidad, eran ocho en total, todos completamente blancos, sin embargo, y aun cuando estaba en clara desventaja sin muchas posibilidades
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