— Es tu hermana, estás demente — dijo Adolphus asqueado.— Si, lo es, pero no debes olvidar lo que nosotros somos nada más que animales, para los Levana no existe el concepto de hermanos, solo el instinto, así que no puedo entender que de lo que te he dicho te produce tal repugnancia, así ha sido siempre en mi familia, por ello es que nuestra sangre es pura. — dijo Giles con indiferencia.— Aun así, es repugnante, además, no te dejare hacer tal cosa, no puedes salir de esta prisión, nunca podrás hacerlo, sigues siendo solo un cachorro, con el collar maldito de tu cuello, no podrás hacer nada más que obedecer mis voluntades sin nunca salir de aquí, no volverás a verla como ella no volverá a verte. No importa lo que mi hija te ha prometido. — dijo Adolphus con arrogancia.— Oh bien, eso está por verse, sé que ella me busca, cada noche me llama desesperada en sus sueños, y yo, la visito, ella no entiende porque me anhela tanto, pero yo sí, su bestia clama por mí, por la unión a la que es
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