El peor castigo: 11. Celos
Matías se encontraba en la biblioteca cuando escuchó la puerta abrirse.— Cariño, ¿puedo pasar? — preguntó su abuela.— Por supuesto, abuela, pasa — y señaló el asiento frente a él para que lo ocupara.— Lamento importunarte, seguro estás muy ocupado, pero quería hablar contigo.Matías asintió, dejando lo que estaba haciendo a un lado.— Se trata de Emma, ¿no es así? Imagino que la tía Reina ya te puso al tanto de todo, ¿no?Pero la dulce mujer negó.— No he hablado con ella en toda la tarde, pero ya que parece que hay algo que debo saber sobre esa muchacha, ¿me lo dirás?— Sí, bueno, no hay mucho que decir, en realidad — se pellizcó el puente de la nariz antes de comenzar a hablar —. Emma es una mujer que conocí en mi estadía en Zúrich, pasó lo que tuvo que pasar y ahora está esperando un hijo que podría ser mío.— ¿Podría? O sea… ¿no estás seguro? — quiso saber la dulce abuela con interés.— Escucha, abuela. Sé que Emma te cautivó desde el primer momento en el que entró por esa puert
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