Llegué a casa y me bajé del coche con rapidez. Apenas abrí la puerta, me encontré con Ana, de pie en medio del pasillo, sosteniendo la nota que le había dejado. Su rostro era una tormenta de furia y preocupación.—¿Qué significa esto, Tiana? —preguntó con furia.—Me voy —respondí, firme; era mejor dejar todo claro de inmediato, así la libraría de mí de una vez por todas—. Estoy enamorada de alguien, y me voy con él. Al fin podrás hacer tu vida, ser feliz —intenté añadir una sonrisa, pero salió torcida, quebrada.Ana me miró como si tuviera dos cabezas. Ambas nos quedamos en silencio por un momento que pareció una eternidad.—Lo siento, pero no me quedaré aquí por mucho tiempo. Sé que suena extraño y precipitado, pero es mejor decírtelo. Gracias por todo lo que hiciste por mí y por mi papá, pero ya es hora de que hagas tu vida —le dije.Ella aún seguía en silencio.—Solo quiero que nos llevemos bien, quiero ser tu familia —me dijo.Yo le sonreí un poco.—Lo sé, por eso quiero que seas f
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