—Voy a llamar al encargado de la piscina para que cambie el agua —musitó Joseph, aún rendido sobre sus brazos y sin esperárselo, la chica se echó a reír alegre.—Deberías hacerlo —contestó ella y lo miró con picardía.“¡Ay, esa carita de niña buena… buena para la...!”. —Molestó la conciencia de Joseph y, aunque hubiera querido reírse, estaba perdido en la mirada verdosa de Lexy, esa que lo empezaba a embrujar poco a poco.—Ven, linda, no quiero que te enfermes por mi falta de criterio —dijo y la ayudó a salir de la piscina.Un golpe de frío la aturdió de inmediato y, sin embargo, hubiera querido esconderse en el interior de la casa, recordó de manera fugaz la embarazosa presencia de Emma y sus amigas las cotillas.Se quedó de pie junto a la piscina, observando a Joseph, quien se subió los pantalones bajo el agua y se acomodó el miembro dentro del holgado pantalón que llevaba. Imitó las acciones de Lexy y usó la fuerza de sus brazos para salir de la piscina, donde se encontró con una f
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