Rachel observó a su esposo, reconociendo el dolor detrás de su explosión. Sabía que Logan había llegado a su límite, que meses de persecución, traición y sabotaje lo habían llevado a este punto de ruptura. Sin embargo, no podía permitir que se hundiera. Ella misma estaba agotada, física y emocionalmente, pero sabía que, si uno caía, el otro tenía que ser el soporte, y en este caso le había tocado a ella.—Logan, por favor, escúchame —dijo, tomándolo de la mano, mientras buscaba su mirada—. Sé que estás furioso, créeme, yo también lo estoy. Pero no podemos rendirnos ahora. Estamos más cerca que nunca de atraparlos. Joseph y Markus no van a poder esconderse por siempre. El FBI está rastreándolos, y si escuchaste al agente… —Se giró hacia el hombre que estaba a su lado, y leyó el apellido que figuraba en su placa de identificación—. Agente Roberts, ¿verdad?—Correcto, señora —respondió el hombre con un asentimiento.—Si escuchaste lo que dijo el agente Roberts, el FBI ya han contactado c
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