Rachel no podía quitarse de la cabeza lo que había descubierto en aquel sobre, entre aquellas cartas y documentos, pero aún no tenía ni la más remota idea de cómo enfrentarse a Logan. El temor de cómo pudiera tomar aquella realidad, el miedo de ver cómo todo lo que él había creído en su vida se desmoronaba, la paralizaba por completo. Sabía que más temprano que tarde tendría que decirle la verdad, pero, por el momento, no podía forzarlo. Necesitaba pensarlo bien, necesitaba un consejo.Desesperada por encontrar un respiro en todo aquello, decidió llamar a su madre. Quizás una conversación banal con ella pudiera calmar su mente y, al menos, distraerla por un momento.—Hola, mamá —dijo Rachel, procurando de que su voz sonara casual cuando la conexión se estableció—. ¿Cómo estás?—Rachel, cariño, me sorprende que llames. Sé que últimamente has tenido una vida ajetreada, entre el trabajo y tu nueva vida como esposa…—Tranquila, mamá. Sé que pequé de no llamarte antes, pero es que… —Suspir
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