Estaba en el departamento de Sara, preparándome para dormir. Jean me había comentado que al día siguiente me sorprendería con nuestro nuevo hogar, cosa que me tenía emocionada.—Bueno, querida, deja de preocuparte por Salomé —La mujer estaba comiéndose una galleta y se lanzó encima de la cama—. Es una perra que ladra, pero no muerde.—Espero que sea así, porque se quedó muy mal cuando nos fuimos —aclaré, un poco preocupada.No esperaba que Salomé hiciera algo, pero básicamente le había arruinado todos sus planes. Me quedé con el hombre que le gustaba y a parte se quedó sin poder ser una CEO.—Tranquila, cualquier cosa, yo puedo darle unas cuantas cachetadas para que entienda —Levantó su mano, dando el ejemplo.—Lo aprecio —reí, cubriéndome con la sábana.Ambas habíamos dormido en la misma cama porque Sara solo tenía una habitación y no quiso que durmiera en el sofá. Era agradable compartir esos momentos con una amiga que sí me valoraba.—Entonces, ¿te vas mañana? —cuestionó, masticand
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