—La boda será la próxima semana, estoy tan emocionada que salto de alegría —soltó Salomé, entrando a mi habitación.Se había vuelto costumbre.Mi corazón se apretujó en cuanto escuché esas palabras porque Jean no me había dicho nada. Pensé que todavía faltaba por lo menos un mes más.Había pasado una semana desde que me enteré de mi embarazo y los únicos que lo sabían eran Sara y Jean, no quería compartirlo con más nadie hasta que lograra resolver los problemas que me rodeaban.Uno de ellos era esa bendita boda.—¿No es muy pronto? ¿Quién lo decidió? —interrogué, quería hacerla cambiar de opinión.Estaba que me mordía las uñas por los nervios que sentía. Ninguno de ellos se podía enterar de mi estado, pero el hecho de que adelantaron la boda ya complicaba todo.—Yo le rogué a papá —confesó, con una mano en la cintura—. Lo considero necesario, porque no encuentro otra forma de que Jean me preste atención.—Deberías darle un poco más de tiempo, Salomé.—No me digas qué hacer —masculló,
—Lo primordial es mantener el secreto hasta la boda, Aurora... No tanto para vengarnos de Salomé, también porque hasta ese día es que Ezequiel me confirmará la finalización de proyecto —explicó, en un suspiro.El moreno se levantó de su asiento, para caminar a pasos lentos alrededor del escritorio, pasando la yema de sus dedos por el mismo. Verlo de esa forma me causaba escalofríos de placer.—Comprendo ese lado, pero me gustaría no seguir escuchando a Salomé hablar sobre ese día —expresé, cabizbaja.Él llegó a mi posición, con la ayuda de su mano me levantó el mentón para que lo viera directo a los ojos. Esas iris oscuras que me daban tanta paz, me obligaban a no apartar la vista.—Deberías preocuparte un poco más por ti... —sugirió—. Estás llevando en tu vientre a nuestro bebé, ¿no te emociona un poco? —añadió, con una pícara sonrisa.Con su ayuda me levanté de la silla. Mis manos quedaron sobre la suya y seguí alzando la mirada por su altura. En mis labios se formó una sonrisa jugu
Todavía seguía mal por lo que sucedió con Oscar. La vergüenza me consumía porque nunca creí que nos encontraría en pleno acto, pero por suerte no había pasado a mayores.Mis padres seguían como si nada, al igual que los de Jean, así que supuse que cumplió su palabra en no abrir la boca. Jean tenía razón en que le convenía escalar sin provocar problemas él mismo.Suspiré.A Salomé le habían comprado un nuevo auto y no supe en qué momento aprendió a manejar. Iba sonriente, viendo la vía frente a nosotras. Yo estaba sentada de copiloto.—¿No es increíble? —cuestionó, con entusiasmo—. Es rosado, mi color favorito. Me da mucha felicidad que papá me lo haya comprado como regalo de bodas.—Está muy bonito, si te soy sincera, y se nota que es costoso —respondí, apoyando mi codo en la ventana.Era la verdad. ¿Para qué mentir? Si le habían comprado casi que una jodida camioneta en donde cabían seis personas, ¿para qué tanto? Si Salomé no tenía amigos.Me mordí el interior del labio, a pesar de
Faltaban solo cinco días para la boda y yo temía que Salomé le dijera a mis padres sobre lo de su sospecha hacia mí.Llegué a la recepción, encontrándome con Sakura. Su sonrisa animaba hasta en los peores momentos, porque la realidad era que la bomba ya se había encendido.Era cuestión de tiempo para que explotara.—Aurora, ¿cómo te va? Pareces asustada —comentó, frunciendo un poco el ceño.—Primero que nada, me gustaría decirte que fue todo un placer trabajar contigo —dije, en tono dramático.—¿Te estás despidiendo? ¿Vas a renunciar? —cuestionó, extrañada.—No, pero es posible que en los próximos días mis padres lo hagan —respondí.—Pero ellos no pueden botarte, es Jean quien tiene el poder de hacerlo por ser tu jefe —aseveró, con obviedad.—Es que estoy en una situación difícil —resoplé.—No me digas que ya saben todo... —Llevó ambas manos a su boca con sorpresa.—Todavía no, pero es cuestión de tiempo... Estoy segura —murmuré, cabizbaja—. Tengo un mal presentimiento sobre eso.—Aur
No sabía en dónde meterme para esconder mi rostro lleno de vergüenza. Mi madre me veía amenazante, mientras que papá seguía en shock.—¡Ve al baño ahora! —exigió ella, demandante.—Aurora, ¿nos puedes explicar esto? —cuestionó mi padre, se veía decepcionado de mí.¿Y quién no lo estaría? Si me había defendido en varias ocasiones de esas dos arpías y yo le pagué así.Sentí un nudo en la garganta por las ganas de llorar que me invadieron, no sabía qué hacer. Negarme no era una opción, porque los haría sospechar mucho más.De todas formas, sería descubierta.Así que tomé la prueba que mamá deslizó en la mesa hacia mi ubicación, lista para la verdad.—De acuerdo, me haré la prueba —acaté, cabizbaja.—No sabes lo que te sucederá si esa cosa da positivo —masculló la rubia, llena de odio.—Creo que ya tengo una idea —respondí, comprimiendo una sonrisa.Me fui al baño que quedaba al lado de la sala e hice todo el procedimiento como la última vez. Lo peor es que yo sabía que iba a dar positivo
Al final terminé comunicándome con Sara. Estaba de camino a su departamento después de haberle explicado lo sucedido.Iba mirando por la ventana el oscuro paisaje que me rodeaba. La noche era fría y tenebrosa como si de una película de terror se tratase.Me preguntaba por qué Jean no me respondía las llamadas... ¿Qué lo tenía tan ocupado? Lo necesitaba en ese momento y no estaba disponible, o tal vez no tenía su celular encima.No debía pensar lo peor.Llegué al departamento donde vivía Sara y me despedí del chófer. Nunca me di la oportunidad de conocerlo más allá de saludarlo y decirle a dónde quería ir.Cuando me bajé del auto, empezaron a caer gotas de lluvia, lo que faltaba. Corrí hasta la entrada del edificio y seguí las indicaciones que me dejó mi amiga por mensaje.No tardé mucho en llegar a la puerta, tocando el timbre.—Amiga... Entra de una buena vez —dijo en cuanto abrió.Me ayudó con la maleta y me rodeó con su brazo. Se notaba la preocupación en su expresión porque sus ce
*Narrado por Jean*—Iremos primero a casa de mis padres —mencioné, con las manos en el volante.El lado bueno era que ya mi situación financiera estaba resuelta durante los próximos meses si me quitaban el cargo de CEO.De todas formas, la nueva empresa que estaba forjando con la ayuda de Ezequiel y Marcus nos estaba saliendo bien. El proyecto estaba casi finalizado, solo faltaban los últimos detalles.Lo que invertí ahí sería recuperado a la larga, estaba seguro. Igual usé el dinero de mis padres sin que sospecharan nada, con la excusa de que invertí en ZP.—Por supuesto... —murmuró Aurora, iba en el asiento de copiloto—. En serio no tienes miedo?La miré de reojo en cuanto llegamos a un semáforo en rojo. Se veía decaída y preocupada por todo lo que estaba pasando. A veces me echaba la culpa a mí mismo por haberle jodido la vida.Mi objetivo era hacerla más feliz de lo que era, así arreglaba lo que le había hecho pasar. No quería verla triste, ya que su sonrisa era la que me animaba
Íbamos en el auto de camino a casa de mis padres. Los de Jean no se lo tomaron para nada bien, no me quería ni imaginar lo que pensarían los míos.Pero lo que más me aterraba era la reacción de Salomé. Por suerte, tenía a Jean a mi lado y él no permitiría que ella se me acercara.—Oye, lamento mucho causarte tantos problemas —dije, sintiéndome fatal porque lo echaron de su casa.No pensé que ambos padres reaccionarían de la misma manera hacia su hijo, solo porque decidió escogerme a mí. Por lo menos yo tuve un poco de compasión por parte de papá.—No te culpes, ambos estamos pasando por lo mismo —alegó, con la vista fija en la carretera.—Me imagino que el cargo se lo darán a Oscar... —murmuré—. ¿Ya no tendremos que trabajar mañana?—Bueno, más bien te mostraré la nueva empresa —comentó, ya más calmado—. Le envié un mensaje a Marcus para que diera la renuncia, así mis padres perderían a uno de sus mejores empleados, y a su CEO.—Vaya estrategia —reí—. Deberías quitarles también a la r