Llegamos al edificio y Salomé no esperó ni un segundo para bajarse del auto. Se dirigió solita a la recepción, yo me quedé atrás, pero pude ver que le estaba exigiendo a Sakura que la dejara entrar, cosa que la pelinegra se negaba.—Lo siento, pero debe tener cita previa para poder verlo, no quiero problemas como la última vez —habló Sakura, apenada.Salomé golpeó el mesón con su mano. Terminé de llegar a su lado, por lo que me sobresalté en cuanto hizo eso.—¿Sabes con quién estás hablando? ¡Soy su prometida! ¡Tengo el derecho de verlo con o sin cita! —exclamó, furiosa con la pobre Sakura.Decidí intervenir porque no quería que despidieran a mi amiga por culpa de los berrinches infantiles de Salomé.—Sakura, ella viene conmigo... ¿Vale? —dije, comprimiendo una sonrisa.—De acuerdo, en ese caso la dejaré entrar —murmuró, decaída por el mal momento que pasó.Luego me disculparía, porque Sakura no se merecía ningún maltrato. Miré de reojo a mi hermana, quien había soltado un bufido de f
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