La tensión en la habitación era palpable. Anthony, con su rostro imperturbable, había tomado una decisión que desafiaría los límites de su valentía. La sustancia que recibiría no solo aceleraría su corazón, sino también desencadenaría un dolor insoportable. Pero había dado su consentimiento, consciente de las consecuencias.Génesis, por su parte, intentaba mantener la calma. Aunque sus nervios la asaltaban, sabía que debía controlar su ritmo cardíaco. Más cuando Gálata se acercó con una bandeja, y el líder asintió, reafirmando que debía seguir adelante.La alemana permanecía a un costado de la camilla, sin decir una palabra. No era necesario; su presencia hablaba por sí sola. Estaría junto a él en cada momento, soportando el mismo tormento. Su amor y la determinación que ambos poseían se entrelazaban en esa habitación, creando una conexión más fuerte que cualquier droga o dolor físico que pudiera existir. Ambos se vieron cuando la aguja se hundió en la vena de Anthony, y la sustancia
Leer más