Todos los capítulos de Esposa de Otro Tiempo: Atada al Villano Rey Alfa: Capítulo 121 - Capítulo 130
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120. Más allá del pasado
En ese instante, Aelina sintió que su estómago se retorcía como si una mano invisible lo estrujara. A pesar de todo, una parte de ella logró comprender. La venganza de Valdimir era el resultado de años de encierro y sufrimiento indescriptibles. Entonces, el Rey Lobo, quitó la atención de las manos de Aelina y decidió mirarla a los ojos mientras comenzó a relatar con voz distante más detalles de la verdadera muerte de su padre como si estuviera reviviendo aquellos momentos oscuros:—Lo torturé de formas que ni siquiera te puedes imaginar... —sus ojos, normalmente fríos, parecían arder con un fuego interno de recuerdos dolorosos—. Luego, cuando ya no quedaba nada del hombre que alguna vez fue, solté sus cadenas...Hizo una pausa, con su rostro contraído en una mueca de dolor y satisfacción entremezclados.—Y él mismo se quitó la vida —continuó Valdimir en un hilo de voz —. Él convirtió su mano en garras afiladas como cuchillas y se arrancó la garganta con un solo movimiento. Murió desang
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121. Pasado y Futuro Entrelazados
Con pasos lentos y miradas llenas de anticipación, se acercaron a la cama como si fuera un altar sagrado, pero no se acostaron, todavía. Sus cuerpos, tensos por el deseo ya no podían contenerse más, por eso, ahí en ese lugar se fundieron en un abrazo apasionado sin dejar de besarse.Esta vez, sus movimientos no estaban impregnados de la habitual desesperación. Cada gesto, cada caricia, parecía deliberadamente pausada, como si quisieran grabar en su memoria cada instante de intimidad. Valdimir deslizó sus dedos por la espalda de Aelina, encontrando con delicadeza los botones del vestido de ella. Con tranquilidad y leves sonrisas comenzó a desabotonarlos mientras Aelina de espaldas a él, esperaba, luego cuando el vestido ya estaba suelto, se lo quitó y siguió con el corsé y el armador, después de eso fue el turno de Aelina en desvestir al Rey Lobo.Aelina, por su parte, quitándole el camisón oscuro a Valdimir. Sus ojos se detuvieron en el enigmático tatuaje que adornaba su pecho. Ahora c
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122. El Precio del Rechazo
Valdimir, con su porte regio y mirada penetrante, se preparó para explicar lo que había comprendido luego de que Aelina le hubiera dado toda esa información.—Tiene sentido todo lo que me has dicho —comenzó el hombre lobo —, porque si regresas constantemente al pasado, tu pasado se convertiría en tu presente. Por ende, chocarías con dos versiones de tu ser. La Aelina del pasado y la Aelina del futuro crearían un nuevo presente; no pueden estar dos al mismo tiempo. Así que la Aelina del presente, que viaja al pasado, debe tomar el cuerpo del pasado para coexistir y crear una nueva línea de tiempo que se convierte en tu presente, pero con los conocimientos de tu anterior línea temporal.Aelina, sentada en la cama, entrecerró sus ojos azules, frunciendo ligeramente el ceño. Un mechón de su cabello oscuro cayó sobre su rostro, acentuando la expresión de confusión que se dibujaba en sus finas facciones. Tras un momento de reflexión, respondió con voz suave pero firme:—Eh... sí, así es —dij
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123. El Bucle del Destino
El Valdimir del futuro, cuyo rostro había permanecido impasible durante la ofensa de Theodor, esbozó una sonrisa que no alcanzó sus ojos. De una manera aparentemente tranquila, se acercó al rey caído, con su presencia emanando una amenaza silenciosa que hizo que el aire se volviera denso y pesado.Sin prisa alguna, como si tuviera todo el tiempo del mundo, Valdimir desenvainó su espada. El sonido del metal deslizándose fuera de la vaina resonó en el salón, siendo un preludio ominoso de lo que estaba por venir. Con un movimiento fluido y preciso, hundió la hoja en el estómago de Theodor que ni siquiera se resistió.El rey jadeó, con sus ojos abriéndose de par en par por la sorpresa y el dolor. Valdimir, con una crueldad calculada, retorció la espada, arrancando un grito ahogado de su víctima. Se inclinó entonces, mientras rozaba sus labios en la oreja de Theodor mientras susurraba, con su voz un contraste perturbador entre la suavidad de su tono y la brutalidad de sus acciones:—Eso es
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124. La Reina y su Alfa
Todavía ahí, en la alcoba real, tras compartir aquellas confidencias que desentrañaban los misterios de sus almas, Aelina se aproximó con gracia felina al imponente Rey Lobo. Con movimientos delicados pero decididos, se posicionó sobre él, provocando en Valdimir una mezcla de asombro y deseo.La reina, con sus dedos esbeltos, comenzó a trazar patrones sobre el torso desnudo y musculoso de Valdimir, enviando escalofríos por su columna. Sus ojos azules, llenos de deseo, se encontraron con los del Rey Lobo mientras susurraba con voz aterciopelada:—Tenemos un asunto pendiente, Valdimir —murmuró Aelina, acortando la distancia entre sus labios hasta fundirlos en un beso ardiente.Valdimir, cediendo ante el hechizo de su amada, la envolvió en sus brazos fornidos, aceptando gustoso la intimidad que se desarrollaba. El beso, inicialmente tierno y exploratorio, fue incrementando en intensidad y pasión. Sus labios danzaban en perfecta sincronía, mientras sus lenguas se entrelazaban en un baile s
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125. Una mañana diferente
Valdimir y Aelina permanecieron entrelazados en el lecho real, entregándose a los placeres de la carne durante el resto de aquella mañana. Sus cuerpos se fundían en un vaivén apasionado, con sus respiraciones agitadas llenando la estancia con una sinfonía de deseo. El Rey Lobo, con su vigor insaciable, eyaculó dentro de su reina en tres ocasiones distintas, cada clímax más intenso que el anterior.Mientras tanto, en el pasillo, Erik, el fiel sirviente encargado de atender a la reina cada amanecer, se encontraba en un dilema. Con la bandeja del desayuno temblando ligeramente entre sus manos, se acercaba a la puerta de los aposentos reales. Su rostro se teñía de un intenso rubor cada vez que, al aproximar su oído a la madera, escuchaba los inconfundibles sonidos de la pasión desatada al otro lado. Gemidos ahogados y el rítmico crujir del lecho lo hacían retroceder apresuradamente, con el corazón latiendo desbocado en su pecho.Tras tres intentos infructuosos, Erik decidió cambiar de estr
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126. La verdad en el vino
—Los cocineros —comenzó a decir Aelina casualmente, sirviendo vino en dos copas de cristal tallado— tienen una relación amorosa —dijo, entregándole una copa a Valdimir, y otra se quedó ella.Valdimir arqueó una ceja, mostrando una pizca de curiosidad.—¿Cómo lo sabes?—Los vi besándose una vez que detuve el tiempo para explorar el castillo —explicó ella, con una risita escapando de sus labios—. Estaban escondidos en un rincón de la cocina, aprovechando un momento de soledad.—Ya veo —murmuró Valdimir, con su expresión pensativa, bebiendo un sorbo de vino y mientras Aelina bebía, un pensamiento se cruzó por la mente del hombre lobo —no bebas tanto, eres terrible con la bebida —dijo, y ni siquiera supo con exactitud por qué dijo eso, si en teoría, nunca había visto a Aelina embriagarse.Sin embargo, si lo había hecho, en otra línea de tiempo que la pelinegra cambió. Valdimir entrecerró sus ojos comprendiendo eso. Ahora sabía que, esos “recuerdos sin sentido” eran realidades que Aelina ha
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127. Encuentro con Nikolai
El aire en aquel calabozo era denso y cargado, impregnado con el aroma a humedad y el sabor metálico del miedo. Las antorchas que estaban afuera en las paredes proyectaban sombras que parecían burlarse de los presentes, creando un ambiente de inquietante misterio desde el punto de vista de Aelina. En este escenario, Nikolai, con sus ojos color ámbar, penetrantes y fríos como el hielo, observaba a Aelina con una curiosidad devoradora y una rabia inexplicable para la pelinegra.Nikolai se pudo dar cuenta que la belleza de Aelina era innegable, era como un faro de luz en aquella penumbra. Su cabello oscuro como la noche caía en suaves ondas sobre sus hombros, enmarcando un rostro de porcelana que parecía fuera de lugar en aquel antro de oscuridad. El hermano mayor de Valdimir no pudo evitar que una punzada de envidia atravesara su corazón al contemplarla. Jamás habría imaginado que la hija del Rey Humano fuese una criatura tan exquisita, y menos aún que su hermano, Valdimir, hubiese logra
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128. La propuesta del hermano mayor
Nikolai, con sus ojos ardiendo de una mezcla de dolor y rencor, dejó que su mirada vagara por las paredes de piedra húmeda, como si en ellas pudiera ver proyectada la historia de su familia.Su voz, cuando habló, estaba teñida de una amargura que parecía emanar desde lo más profundo de su ser:—Por supuesto, yo amaba tanto a mi hermana como Valdimir también la amó, amé a mi padre y a mi madre —comenzó el pelirrojo, con cada palabra cayendo como una gota de ácido en el silencio—. Pero curiosamente, todos y cada uno de ellos, Valdimir me los arrebató.Sus manos encadenadas se crisparon, los nudillos blanqueándose bajo la piel mientras revivía cada doloroso recuerdo:—Cuando ese monstruo nació, hizo que nuestra madre muriera cuando yo era tan solo un niño que necesitaba la protección maternal —su voz se quebró ligeramente, antes de endurecerse de nuevo—. Luego, años después, llena a nuestra hermana Irina de tonterías en la cabeza para que matara a nuestro padre y posteriormente la obliga
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129. El Misterio del Heredero
Valdimir, con sus ojos ámbar brillando de sorpresa y preocupación, abrió la boca en un gesto de asombro ante la propuesta que había hecho Aelina, una que él no esperó, y menos frente a su hermano. Su voz, normalmente firme y autoritaria, tembló ligeramente al preguntar:—¿Qué tan lejos en el futuro? —Sus músculos se tensaron visiblemente, traicionando el miedo que le provocaba la idea de que esta nueva línea temporal pudiera conectarse con aquel lúgubre futuro de diez años en el futuro, donde Aelina moría por su mano.Aelina, sin tener idea de lo que pasaba por la mente de Valdimir, respondió mientras se adentraba más en la celda para estar frente a Nikolai.—Solo quiero viajar tres años en el futuro... —Su voz se escuchó en las paredes de piedra, mezclándose con el tintineo de las cadenas de Nikolai, quien observaba la escena con una mezcla de confusión y fascinación en partes iguales.—¿Para qué quieres ver lo que sucederá en el futuro dentro de tres años, Aelina? —cuestionó Valdimir
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