124. La Reina y su Alfa
Todavía ahí, en la alcoba real, tras compartir aquellas confidencias que desentrañaban los misterios de sus almas, Aelina se aproximó con gracia felina al imponente Rey Lobo. Con movimientos delicados pero decididos, se posicionó sobre él, provocando en Valdimir una mezcla de asombro y deseo.La reina, con sus dedos esbeltos, comenzó a trazar patrones sobre el torso desnudo y musculoso de Valdimir, enviando escalofríos por su columna. Sus ojos azules, llenos de deseo, se encontraron con los del Rey Lobo mientras susurraba con voz aterciopelada:—Tenemos un asunto pendiente, Valdimir —murmuró Aelina, acortando la distancia entre sus labios hasta fundirlos en un beso ardiente.Valdimir, cediendo ante el hechizo de su amada, la envolvió en sus brazos fornidos, aceptando gustoso la intimidad que se desarrollaba. El beso, inicialmente tierno y exploratorio, fue incrementando en intensidad y pasión. Sus labios danzaban en perfecta sincronía, mientras sus lenguas se entrelazaban en un baile s
Leer más