No tuvo más remedio que asistir en contra de su voluntad a uno de esos eventos benéficos organizados por la empresa de su suegro. Su padre, aparentemente harto de sus vacaciones injustificadas, le exigió que se presentará, porque, de lo contrario, su puesto estaría en peligro de perderlo. “Basta de jugar. Preséntate o despídete de la vicepresidencia comercial”, fue su mensaje de texto.Anthony se encontraba de pie en el lugar elegido para tal evento, mientras miraba a su esposa, la mujer a la que no había visto en varias semanas. —Muy bonito —le riñó ella, simulando una sonrisa, para que los espectadores no notarán el extraño intercambio de palabras entre los esposos. —No arruines esto, Lorena. Recuerda que estamos en público —le siguió el juego simulando una sonrisa en su cara. —Tengo algo importante que decirte, Anthony. Así que espero que me acompañes hoy a casa. —O puedes decirlo aquí y nos ahorramos ese mal rato —sugirió, renuente, a renunciar a sus planes de dormir esa noch
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