Anthony y los niños se habían dado una oportunidad de conocerse, era por eso que el hombre aparecía cada fin de semana con actividades diferentes para los pequeños.Esa semana no sería la excepción a la regla, razón por la cual Anthony se presentó bajo la luz del atardecer, trayendo consigo una enorme caja debajo del brazo. —¿Qué es esto? —preguntó Adeline, señalando la caja con notable curiosidad.—Una sorpresa —respondió Anthony, con una chispa traviesa en sus ojos azules—. Para los niños.Adeline no dudo que sin importar el contenido de la misma, a los niños les encantaría la sorpresa, ya que al parecer estaban bastante compenetrados con Anthony. Y eso era fantástico. Aun así abrió la caja y su corazón dio un vuelco al ver de lo que se trataba. Era una consola de videojuegos, el último modelo para ser precisos. Lucio, el menor de los tres, apareció dando saltitos de alegría y sus hermanos, Camilo y Alberto, lo siguieron sin poder ocultar también su emoción.Desde que Humberto ha
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