Haizea y yo apenas nos hemos visto el día de hoy. Sé que vino a la oficina, que estuvo trabajando en el plan de implementación del sistema de automatización, pero apenas hemos cruzado palabra. Como si eso fuera poco, al llegar a la casa, se ha encerrado en la oficina y se la ha pasado trabajando en su computadora. Termino de preparar las dos tazas de café, e inmediatamente voy hacia la oficina. Golpeo la puerta, y una vez que escucho su voz, entro y dejo una de las tazas sobre el escritorio.—Te traje café, supuse que estarías trabajando y que necesitabas esto —digo y me siento en la silla del otro lado, pero ella solo mira la taza, sonríe y respira hondo.—Te lo agradezco, pero no quiero café, después no podré dormir —menciona.No sé qué está pasando, pero está actuando de manera muy extraña.—¿Hice algo que te molestara? —me atrevo a cuestionar.Haizea asiente, pero no deja de hacer lo suyo.—Solo estoy haciendo unas mejoras al sistema —dice como si nada, pero no le creo.Bebo un s
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