«Voy a ser papá» de repente esa es la única frase que se repite una y otra vez en mi cabeza. No tengo idea de que rayos siento, ¿alegría? ¿rabia? ¿miedo? ¿preocupación? Y es que esto no estaba en mi planes, eso es lo único que sé.—Haizea me va a matar —habla Carla y su voz me regresa a la realidad.—No puede huir para siempre —es lo único que digo mientras que ella abre la puerta de su casa.—No entiendes nada —sentencia y me mira—. Pasa, yo me iré para que puedan hablar —finaliza y yo tan solo asiento para después entrar.La casa es bastante amplia y moderna. Esta pintada en tonos neutros y tiene muebles de estilo moderno y prácticos. Al llegar al salón, me llama la atención las maletas que se encuentran a un costado. «Tal vez es porque se ha mudado recién» pienso por un momento.—Carla, que bueno que viniste, ¿crees que salga muy caro comprarme ropa de invierno en Suiza? ¿o la llevo desde aquí? Es que ya no quiero llevar más maletas… —habla cuando nos encontramos en el pasillo que
Consulto el reloj una vez más y respiro profundo «ya te estas tardando» me digo por dentro. Vuelvo a mirar la pantalla de mi celular con la intención de saber si ella me ha llamado o no, pero no veo ninguna llamada suya. Estoy comenzando a ponerme nervioso, ¿y si no viene? ¿y si se va con mi hijo sin importarle las amenazas que hice? Son demasiadas las preguntas que tengo y es que de verdad la noticia del embarazo ha sacudido todo mi mundo. No esperaba una cosa como tal y está claro que ella tampoco. Quise comprender los motivos por los cuales huyo, pero simplemente no puedo. Ha sido demasiado egoísta en irse de esa forma con un hijo mío creciendo en ella.¿Cómo pudo dejarme fuera de algo como esto? No es como si se estuviera llevando un cuadro de la casa, es un hijo y no puede tomar decisiones de las cuales yo también debo ser participe. Siento rabia de que haya hecho que ese acuerdo de divorcio a ciegas. Si hubiese sabido que los motivos por los cuales quería alejarse de mi eran es
Al día siguiente: 17 de julioSaberla tan cerca y lejos a la vez ha sido una tortura para mí. La noche se me hizo eterna, no entiendo como pasamos de aquellos días de ensueño a esta mezcla de rabia y pesadilla. Algo que debía ser bueno ha terminado poniéndonos en veredas opuestas que me ha llevado a hacer cosas que no quería.Salgo de mi cuarto en medio de todas mis contradicciones, y al llegar a la cocina, me sorprendo al verla a ella comiendo helado a cucharadas directamente del recipiente, eso sin mencionar el corto camisón que aun lleva puesto y que podría resultar ser una gran herramienta para distraerme. Miro la hora tratando de asegurarme de que no me he quedado dormido y me doy cuenta de que todo está en orden.—¿Helado a las ocho de la mañana? —pregunto y su mirada lo dice todo.—¿Acaso hay un horario para comer helado? ¿o es que también me lo prohibirás? —me reta.«Respira profundo» me digo a mí mismo tratando de tranquilizarme ya que no quiero volver a tener un nuevo enfren
Miro el papel donde anoto esas reglas de convivencia que se ha inventado y no puedo entender en qué momento sucedido todo esto. Haizea volteo mi mundo patas arribas y no tengo manera de defenderme de lo que ella causa en mí. Ahora, por si fuera poco, hay una guerra entre los dos y un bebé de por medio que todavía me cuesta creer que sea una realidad.“No entrar a los cuartos sin permiso” leo en voz alta y niego con mi cabeza sin dejar de pensar en que antes no podíamos ni siquiera soltarnos, y ahora no nos podemos ni ver.“No opinar de lo que come el otro ni de lo que viste” sonrió con esto y es que empiezo a creer que buscara torturarme lentamente.Continúo leyendo las normas de convivencia, las prohibiciones que ha puesto y que han levantado un muro entre los dos, y no dejo de pensar en que serán unos meses muy difíciles para ambos. Sin embargo, me cuestiono que pasara después cuando nazca el bebé.¿Cómo será nuestra vida cuando tengamos a nuestro hijo? ¿Cómo viviremos? ¿Cómo pasare
Horas más tardeYa es de noche cuando finalmente escucho que alguien entra a la casa. Admito que me ha costado un mundo no llamarla, enviarle un mensaje de texto, o ir a buscarla. Me desesperaba no saber nada de ella, y mucho más después de hablar con mi abogado y enterarme que no se ha quedado ni con un centavo mío después de firmar la sentencia de divorcio.Nunca se me paso por la cabeza que ella estuviera conmigo por dinero, lo nuestro fue claro desde un principio, de eso no tengo dudas. Sin embargo, me da miedo que un día decida irse lejos a escondidas de mí y que nada ni nadie pueda ayudarme a recuperarla.Rápidamente voy hacia el salón y al ver las condiciones en las que se encuentra mi corazón se acelera. Su cabello desordenado, su ropa dañada, y su maquillaje corrido. Me fijo en sus ojos y están rojos de tanto llorar.—Haizea, ¿Qué paso? —pregunto asustado acercándome a ella.Ella no dice nada, de repente solo rompe en llanto y me abraza como si me necesitara como nadie en est
Camino como un loco por el salón de la casa tal y como si fuese un león enjaulado, pero es que la preocupación me esta ganado y mantener la compostura es prácticamente imposible. Por si esto fuera poco, no dejo de pensar en esa nota, o mejor dicho en la amenaza que me han hecho.Miro una vez más la puerta de mi cuarto y me doy cuenta de que no conseguiré nada observándola todo el tiempo. Me siento en el sofá y saco la nota del bolsillo. La leo, la vuelvo a observar, y analizo cada palabra como tratando de encontrarle un mensaje oculto, pero mi mente simplemente no consigue hacerlo.Tomo mi celular y llamo a la única persona que puede llegar a ayudarme, una con quien hace años no hablo. No sé si las respuestas puedan estar en el pasado, pero al menos debo intentarlo.—Aren, ¿y ese milagro? ¿acaso extrañas tu vieja vida? —me pregunta Miguel y trato de no reír.—Esos tiempos ya quedaron atrás, yo ya he hecho lo mío —le explico a Miguel.—Entonces, ¿a qué se debe esta llamada? —insiste.—
Mi cabeza no deja de darle vueltas a todo lo que ha pasado con Haizea. Tengo miedo, demasiado miedo diría yo y es que sé en lo que estamos metidos, o mejor dicho en lo que yo la he metido. Estoy tan perdido en mis pensamientos que apenas me doy cuenta de que ella ha entrado a la cocina.—¿Qué haces aquí? Deberías estar descansando —la regaño.Ella no me hace caso, se para a mi lado y apoya sus manos sobre la encimera mientras que me mira fijamente.—¿Quiénes eran? —cuestiona firmemente y sé que no se quedara tranquila hasta que le diga la verdad.—¿Por qué no nos sentamos y te explico todo? —propongo y se cruza de brazos.Su mirada está llena de rabia y no es para menos, estuvo en riesgo por mi culpa. Quisiera alejarla de todo esto, pero es imposible, no quiero que mi bebé este lejos de mí.—Explícamelo ahora —exige.—Ven —insisto y la tomo de la mano para que juntos vayamos a la sala.Con mucho cuidado hago que venga conmigo y ambos nos sentamos en el sofá. Ella no deja de mirarme co
Al día siguiente: 18 de julioEl estrés y la preocupación no me han permitido dormir. Ahora no son los problemas de la empresa los que me mantienen en vilo si no el peligro que corre ella, el bebé, y hasta incluso yo. Cuando todo aquello sucedió, yo me sentía igual, y es que en el fondo sabía que el peligro por meterse con los negocios de esa gente era inminente.Tenía otros planes para nosotros, solo quería mantener a Haizea cerca de mi para poder ver como ese bebé crecía dentro suyo, pero ahora no es solo eso lo que me hace querer tenerla a mi lado. En estos instantes siento que debo protegerla de absolutamente todo.El sonido del timbre hace que deje mi taza de café a un lado, y rápidamente voy a la puerta sabiendo que debe ser el guardaespaldas que ha llegado. No sé cómo es el hombre que ha enviado la DEA, pero sí sé su nombre; Erick.Apenas abro, me encuentro con un hombre de casi mí misma altura de cabello oscuro corto, y ojos miel. Admito que me preocupa un poco que luzca como