Mi cabeza no deja de darle vueltas a todo lo que ha pasado con Haizea. Tengo miedo, demasiado miedo diría yo y es que sé en lo que estamos metidos, o mejor dicho en lo que yo la he metido. Estoy tan perdido en mis pensamientos que apenas me doy cuenta de que ella ha entrado a la cocina.—¿Qué haces aquí? Deberías estar descansando —la regaño.Ella no me hace caso, se para a mi lado y apoya sus manos sobre la encimera mientras que me mira fijamente.—¿Quiénes eran? —cuestiona firmemente y sé que no se quedara tranquila hasta que le diga la verdad.—¿Por qué no nos sentamos y te explico todo? —propongo y se cruza de brazos.Su mirada está llena de rabia y no es para menos, estuvo en riesgo por mi culpa. Quisiera alejarla de todo esto, pero es imposible, no quiero que mi bebé este lejos de mí.—Explícamelo ahora —exige.—Ven —insisto y la tomo de la mano para que juntos vayamos a la sala.Con mucho cuidado hago que venga conmigo y ambos nos sentamos en el sofá. Ella no deja de mirarme co
Al día siguiente: 18 de julioEl estrés y la preocupación no me han permitido dormir. Ahora no son los problemas de la empresa los que me mantienen en vilo si no el peligro que corre ella, el bebé, y hasta incluso yo. Cuando todo aquello sucedió, yo me sentía igual, y es que en el fondo sabía que el peligro por meterse con los negocios de esa gente era inminente.Tenía otros planes para nosotros, solo quería mantener a Haizea cerca de mi para poder ver como ese bebé crecía dentro suyo, pero ahora no es solo eso lo que me hace querer tenerla a mi lado. En estos instantes siento que debo protegerla de absolutamente todo.El sonido del timbre hace que deje mi taza de café a un lado, y rápidamente voy a la puerta sabiendo que debe ser el guardaespaldas que ha llegado. No sé cómo es el hombre que ha enviado la DEA, pero sí sé su nombre; Erick.Apenas abro, me encuentro con un hombre de casi mí misma altura de cabello oscuro corto, y ojos miel. Admito que me preocupa un poco que luzca como
Estoy en el despacho que tengo en la casa y no dejo de pensar en ella. Trato de concentrarme en el trabajo, pero esto es simplemente imposible. En mi cabeza solo se pasa ella y ese maldito camisón que llevaba puesto y que llego para desordenar todos mis sentidos. Soy un caos completo por su culpa y comienzo a darme cuenta de que las cosas comienzan a cambiar con ella.«¿Por qué no lo quiero admitir?» me cuestiono con culpa. Lo que me pasa con Haizea va mucho más allá del buen sexo que teníamos y ese acuerdo que habíamos hecho. A pesar de que me doy cuenta de cómo han cambiado mis sentimientos, admito que me da miedo siquiera pararme frente a ella y contarle la verdad.No quería enamorarme, no quería volver a convertirme en víctima de mis sentimientos, y así todo, ella me volvió a poner de rodillas frente al amor. Comienzo a darme cuenta de lo vulnerable que me estoy convirtiendo con ella y no quiero. Me niego a permitir que una mujer vuelva a tenerme a sus pies, sobre todo cuando ella
Nunca fui de los hombres que fueran a bares de mala muerte. Mucho menos pagaría por sexo. No creo en eso, no disfruto como otros hombres usan a las mujeres pagándoles, sabiendo el asco que hay detrás de esa industria. Por eso es por lo que no son ellas las que me traen aquí, sino el alcohol y la clandestinidad. Ir a uno de los finos bares que suelo concurrir en diferentes ocasiones, no era algo conveniente; no cuando quiero olvidarme de todo.—¿Qué hace un hombre como tú en un sitio como este? —me pregunta una mujer de cabello oscuro y ojos mar.—Perdóname, no estoy en busca de compañía —me excuso y sigo caminando por el bar mientras que el ruido de la música extremadamente vulgar invade mis sentidos.Llego hacia una de las mesas y tomo asiento sin siquiera querer mirar a la pasarela donde se pasean unas chicas con casi nada de ropa y bailan a cambio de algunos billetes.—Si no buscas compañía, ¿Qué buscas en un sitio como este? —escucho la voz de la mujer una vez más.Miro hacia mi c
Es muy tarde cuando finalmente llego a la casa. Sé muy bien que no debí conducir después de todo lo que bebi, pero necesitaba llegar pronto a casa. Siento esta inmensa necesidad de decirle todo lo que me pasa con ella para que al menos sepa que realmente quiero que tengamos una oportunidad para nosotros.No hago más que acercarme a la casa con el coche, y mi corazón se acelera al ver unas camionetas con luces de sirena encendidas. Estaciono lo más rápido que puedo y al bajarme comienzo a preguntar a todas las personas que es lo que esta sucediendo, pero nadie da razón.Entro a la casa lo más pronto que puedo y al llegar al salón, veo a Erick sentado en el sofá siendo atendido por un doctor. Observo todo lo que está pasando con un poco más de detenimiento y me doy cuenta de que tiene una herida de bala en su hombro.—¿Qué paso aquí? ¿Dónde está Haizea? —inquiero firme y la mirada de Erick me evita a toda costa haciéndome entender que algo muy malo ha sucedido.—Señor… —trata de decir,
Al día siguiente: 19 de julioNo he podido dormir en toda la noche. Los pensamientos me atormentaron tanto que no pude hacer nada más que estar pendiente al celular, a mi correo electrónico, y lo que la policía ha estado haciendo durante todas estas horas.Me bebo otra taza de café, una de tantas que me acompañaron esta noche y me acerco a la mesa donde están trabajando los oficiales en caso de que de que alguien llame por una recompensa, y observo lo que hacen.—¿Alguna novedad? —averiguo mientras tanto espiar lo que hay en sus pantallas.—Hasta el momento no. Hemos rastreado el celular de su esposa, pero la señal se pierde a tan solo unas calles de aquí. Mis hombres has ido al lugar y evidentemente alguien lo tiró, suponemos que Haizea trato de llevárselo, pero todo indica que lo descubrieron y por consecuencia se deshicieron de el —relata Miguel.—¿Y que? ¿Ese es el único medio que tienen para rastrear a mi esposa? —inquiero molesto.—Por supuesto que no, pero definitivamente era l
Cada vez que uno ve películas o series de acción se queda enganchado a las escenas de suspenso, a esas que tienen una música dramática de fondo y te tienen al borde del asiento. Sin embargo, en la realidad todo es muy diferente. En estos momentos siento un miedo tan profundo que me hace tener que recordar que debo respirar para no ahogarme.Cierro, abro mis puños y muevo mi cabello como si estuviera tratando de encontrar una manera de tranquilizarme mientras que Miguel le da órdenes a su equipo. Quisiera poder prestarle un poco más de atención a los que muestra sus computadoras, pero toda mi atención se centra en la imagen que aparece en una de las pantallas y que proviene de la cámara de uno de los agentes.—Permiso para entrar —escucho la voz del agente a través del radio.—¿Perímetro cubierto?—inquiere Miguel.—Positivo señor —responde otro agente.La oscuridad de la noche pareciera hacer de este momento uno más dramático, y yo solo quiero salir corriendo de esta camioneta y entrar
No tengo idea de cómo actuar con ella después de todo lo sucedido. No me hablo durante el camino a casa, y mucho menos me ha mirado. Ella solo habló con Miguel, le dio la información que necesitaba de su familia, y con eso él pudo enviar agentes a que los cuidaran; algo que esperamos que sirva para que nada malo le pase.Yo no sé ni siquiera como acercarme a ella. Solo hemos llegado a la casa y una vez más la escena se repitió. Ella me dejo solo en la sala y se marchó para darse un baño y tratar de tranquilizarse, algo que dudo que pase de la noche a la mañana.—Ahora si Aren —me llama Miguel y levanto mi mirada encontrándomelo a pocos metros de mi mientras que toda mi atención estaba con ella.—¿Qué ocurre? —cuestiono acercándome.—¿Qué es lo que puedes tener que les pertenezca? —insiste.Me siento en el sofá exhausto por todo lo que ha ocurrido el día de hoy y vuelvo a negar con mi cabeza.—No tengo idea de lo que hablan, yo no me he quedado con nada —insisto.Una vez más, noto esa