Camino como un loco por el salón de la casa tal y como si fuese un león enjaulado, pero es que la preocupación me esta ganado y mantener la compostura es prácticamente imposible. Por si esto fuera poco, no dejo de pensar en esa nota, o mejor dicho en la amenaza que me han hecho.Miro una vez más la puerta de mi cuarto y me doy cuenta de que no conseguiré nada observándola todo el tiempo. Me siento en el sofá y saco la nota del bolsillo. La leo, la vuelvo a observar, y analizo cada palabra como tratando de encontrarle un mensaje oculto, pero mi mente simplemente no consigue hacerlo.Tomo mi celular y llamo a la única persona que puede llegar a ayudarme, una con quien hace años no hablo. No sé si las respuestas puedan estar en el pasado, pero al menos debo intentarlo.—Aren, ¿y ese milagro? ¿acaso extrañas tu vieja vida? —me pregunta Miguel y trato de no reír.—Esos tiempos ya quedaron atrás, yo ya he hecho lo mío —le explico a Miguel.—Entonces, ¿a qué se debe esta llamada? —insiste.—
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