Mariza esbozó una sonrisa.—¿Mi amante? No se equivoque, señor Jerónimo, yo no tengo amantes, eso déjelo para su esposa y su nueva nuera, yo no tengo amantes.—¿No es este el hombre con el que te besaste y escapaste la otra vez?—Este es el hombre que me besó a la fuerza y al que abofeteó, y le dije que no estaría con èl nunca, porque tengo un esposo al que amo. Así es, es èl, y no se rinde en acosarme, le estaba diciendo que se largara. Mejor, revise sus propios problemas, y no se meta en mis asuntos.Augusto dio la vuelta, se alejó rápidamente.—¡¿Cómo está mi hijo?! No dejaré que lo mates, para quedarte con lo suyo.Mariza se detuvo, estaba harta de Jerónimo.—No somos iguales, señor Santalla, usted habla así, porque de seguro eso hizo con la madre de Jorge, pero no soy como usted, ni esa mujer, entienda, no tengo un amante, amo a Jorge, si estamos juntos es porque él luchó por mi perdón, soy la futura madre del hijo de Jorge, le guste o no y si sigue así, solo provocará que nunca c
Leer más