Al llegar a casa, Arturo cerró la puerta, cargó a Mia entre sus brazos, la subió a la alcoba.—¿Qué haces, Arturo?—Te amo, quiero amarte.Ella sonrió, feliz.Fueron a la habitación y al entrar la puso sobre la cama. Él comenzó a quitarse la ropa, era su habitación de siempre.—Te amo, Arturo, te amo…Él sonrió, era adorable escuchar que ella lo dijera, de esa forma en que parecía tan real.—¿Me perdonas? —exclamó con ojos dulces.Ella acunó su rostro, lo besó de nuevo.—Te perdono, olvido todo y te amo de nuevo.Él levantó su vestido, era la imagen perfecta de su fantasía más erótica, le quitó el sostén.Sus manos acariciarnos sus pechos, haciéndola gemir, solo al tacto, la recostó en la cama, necesitaba hacerla suya, besó su cuello, sus pechos, cada rincón de su piel, ella era tan suave como la seda, sus caricias incrementaron, sintiendo como ella temblaba, estaba tan encendida, podía escucharlo en sus labios, vio sus ojos cerrados, disfrutando de ese placer.Tocó entre sus piernas,
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