—¿Segura de que no quieres ir a casa, amor?—No, debemos ir con Helena, es su cumpleaños, dudo que Luca vaya, nosotros debemos ir y animar a Helena, no voy a deprimirme porque mi madre, quiero decir, Darina, no me quiera, ya lloré suficiente, Arturo, estoy cansada de mendigar amor —dijo con los ojos cubiertos de lágrimas y un gesto severo.Arturo tomó su mano, la besó.—Es mi culpa también, y te aseguro que, si me perdonas, nunca, nunca volveré a desperdiciar tu amor, te daré todo mi amor y màs.—Ahora, no, Arturo, vamos con nuestra Helena.Él asintió.***Helena estaba en ese club, estaba feliz, no toda la gente que estaba ahí era por ella, Helena no tenía miles de amigos, pero tenìa suficientes para rentar dos mesas, y estar feliz por eso.Mañana sus padres, tíos y abuelo la celebrarían.Helena no era consciente de la mirada de un hombre, Luis Saavedra caminó hacia Helena, era como un depredador contra una pequeña presa, estuvo tan cerca y vertió unos polvillos sobre la copa en su ma
Leer más