Mia dio un paso atrás, Darina se arrepintió al segundo en que esas palabras salieron por su boca, pero supo que era tarde.Mia sintió su corazón roto.—Yo no tuve la culpa, soy tan o màs inocente que tú, lamento ser un mal recuerdo en tu vida, Darina, y te agradezco por darme la vida, si necesitas algo, cualquier cosa, no dudes en pedirme ayuda, siempre podré ayudarte y aunque no me quieras, siempre rezaré por tu bien, adiós.Darina quiso detenerla, pero no dijo nada.Mia se fue de ahí.—Darina —exclamó el sacerdote con voz severa, le pidió que lo acompañara.Ella siguió al padre, se detuvieron afuera del lugar.—Te he apoyado, Darina, y nunca dudaré en hacerlo, pero, no tienes la vocación del amor de Dios.—¿Qué dice, padre?—Darina, alguien que tiene la vocación, ama a su prójimo, y no puedes amar a tu hija, comprendo que no estás lista, pero, esa pobre niña es tan inocente como tú, no te pido que la ames, pero, ¿puedes sentir un poco de compasión?Darina dio un paso atrás, sus ojos
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