Mia corrió a ayudar a la mujer, pero ella se levantó, alejándose aún màs.—Yo no soy tu madre, debes irte.Mia sintió como si ella hubiese golpeado su corazón, esperaba una respuesta así, pero no tan cruel.Darina estaba por irse.—Lo sé, sé que no me quieres, sé que me odias, y tal vez, tal vez tienes motivos, pero… al menos, merezco una explicación, una mínima, ¿no?Darina contuvo sus ganas de llorar, respiró profundo.—No quiero tener nada que ver contigo, déjame en paz, Mia, no soy tu madre, no nos une nada, creo que sabes la verdad, por favor, deja mi vida en paz, te lo suplico, vete.Mia sollozó, limpió sus lágrimas y caminó hasta ella.Luego limpió su rostro.—Fue un error venir aquí, perdóname, Darina, no debí hacerlo, haré lo que quieres, adiós.Mia siguió su camino, tenìa el corazón roto, pero no se detuvo.Darina la vio irse, no pudo evitar llorar cuando ella se marchó, odiò que ella lo supiera todo, odiò verla ahí, porque volvía a recordarle el infierno que vivió.«Luego de
Leer más