—¡Deja al niño! Él no tiene culpa de nada, ¿qué haces, Augusto? —exclamó asustada.—Este niño es mi hijo, Mariza, sì, es verdad, yo fui el hombre con el que se fugó Perla.Mariza estaba horrorizada.—Dame al niño, por favor.El hombre negó.—Ambos vendrán conmigo, hace tiempo, decidí abandonar a Luca. No estaba listo para ser un buen padre, tampoco podía querer a Perla, pero eso ha cambiado contigo, porque a ti te amo, Mariza. Me he enamorado de ti, eres hermosa, eres perfecta para mí, ahora los tres seremos una gran familia.Mariza estaba horrorizada con sus palabras, negó.—¡Yo quiero a Papito!—Cállate, Luca, tu único papá, soy yo.Luca sollozó, asustado.—Déjalo ir, es un niño inocente, déjalo ir y yo iré contigo, solo déjalo ir, por favor —suplicó llorando.El hombre asintió, soltó al niño que corrió hacia Mariza.—Ve adentro con la niñera, cariño.—Mami, tengo miedo.—No tengas miedo, mamá, está aquí, ve adentro.El niño caminó muy despacio, hasta que entró y la niñera lo tomó en
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