—Le prometí a mi abue que la llamaría, debo hacerlo o creerá que no estoy a salvo —mencionó inquieta, ya buscaba su número para marcarle. —Claro, avísale. Y déjale saber que puede venir cuando guste —lo informó él, afable. —De acuerdo, yo le digo —sin alejarse para hablar con Lili, atendió ahí mismo, al lado de Burhan. —Abuela...—Oh, mi niña. ¿Estás con Burhan? —cuestionó con un tono que dejaba notar su preocupación latente. —No, estoy bien, con Burhan, abuela duerme tranquila, estoy a salvo aquí. Y Burhan dice que puedes venir a verme, cuando puedas —añadió ansiosa porque en serio la visitara. Ya la echaba mucho de menos. —No sabes cuánto me alivia saber que lo estás, me deja aliviada saberte bajo un techo, con Burhan. Agradécele de mi parte todo lo que está haciendo por ti, pronto iré a verte. Deja que las cosas aquí se calmen. Sí, se había desatado una tormenta, ella ya dejado atrás ese mal tiempo, pero en casa, todo completamente igual. Un nuevo día llegó, despertó con la
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