—¿Le gusta Dan? —Se le escapó de golpe. Ella soltó una suave carcajada. Le sorprendió la pregunta, pero no quiso faltarle el respeto a Dan, que había sido tan útil. —Parece un buen hombre, amable y divertido. —No hay nadie mejor. —Carl estuvo de acuerdo—. Es mi amigo. —Revisó su cara por si veía algún gesto que le indicara algo—. Pero me daban ganas de darle un puñetazo, cada vez que la miraba. Ella tragó saliva, con la sensación de que se le cerraba la garganta, ante la emoción que podía verse en sus ojos. —No tengo nada que decir al respecto.—No quiero casarme con Eliza.O tal vez había algo que decir. Angeline se sentó de golpe en el banco de la cocina. Y en un instante, estaba de rodillas en el suelo delante de ella.—Oh, no… —Lo miró, apoyado en su regazo—. No, no, no, no. Le tomó las manos otra vez. —Angeline , por favor, escuche. Ella quiso taparse los oídos como un niño pequeño y cantar en voz alta para no escucharlo.—No, Carl. No le haga esto. No por mi culpa.—An
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