¡ERES MÍA!

Cuando desapareciste de Spring City, me volví loco durante días y, luego, después de que los Keller se negaron a darme información, me resigné. O creí que lo había hecho. —Sacudió la cabeza y la miró, perplejo—. Saliste de mi vida tan abruptamente como entraste en ella y me convencí de que tu desaparición fue para bien. Pero te he encontrado de nuevo y mis sentimientos por ti no han cambiado. —La sujetó con la mano sana y agregó—: Necesito verte y tocarte. Quiero respirar la fragancia de tu piel. Maldita sea, eres mía.

Se llevó la mano a los labios y besó sus nudillos, antes girarla y darle un beso ardiente en la palma.

El aliento de Angeline se aceleró y sus dedos se curvaron dentro de sus zapatillas de cuero, mientras que el estómago le dio un vuelco.

—Yo… —Miró embelesada, su mano en la suya.

—Se suponía que eras mía —declaró con voz grave—. Estoy tan seguro como que sabía que estaba destinado a ser médico. Lo supe cuando abriste la boca y te disculpaste después de que te empujar
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