Ahora sí que se levantó de un salto, un invisible resorte removió todo su ser, le dolieron mucho sus palabras tan ofensivas como inapropiadas. Si lo que quería era hacerle daño, lo estaba consiguiendo, ella quería acercársele, echarse en sus brazos para pedir perdón y explicarle, pero al ver su expresión dura no encontró fuerza suficiente para moverse de donde estaba, únicamente se defendió como buenamente pudo: -¿Cómo puedes pensar eso de mí? – Cerró los ojos con fuerza, no, no iba a llorar y mucho menos delante de él… Escondió la cabeza para que no viera su dolor.-¿Y que quieres que piense pues? ¿Qué te gustaría volver al lugar en donde te encontré…?La estaba ofendiendo y mucho, no sabía si se daba cuenta, seguramente lo hacía adrede. No, no era así, Daniel no se daba cuenta del daño que hacían sus palabras pues él mismo ni siquiera sabía lo que hacía. Lo cierto es que, por un motivo u otro, no cesaba en sus acusaciones y esas duras palabras iban mermando el débil ánimo de Débo
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