Lo vio conversar con unos de sus empleados y tuvo que sacudirse la idea de que pudiera ser posible que él fuera ese niño y, encima, la recordara.Cuando el hombre se marchó, Dane entró con dos compañeras más y pusieron la mesa, llenándola con la cena.Cuando Dane se estaba marchando, se tocó la punta de la nariz dos veces mientras veía fijamente a su amiga: esa era su clave cuando necesitaban hablar.Volvieron a dejarlos solos. Dober se fue a lavar las manos y Hiz quedó totalmente concentrada en sus pensamientos, en si Dane le daría alguna noticia de su madre.Estuvo tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta que Dober la llamaba, reaccionó al segundo llamado.—¿Sí? —preguntó.Él estaba de pie frente a ella, secándose las manos con un pañuelo blanco de seda.—Ve a lavarte las manos, vamos a cenar —le ordenó.Hiz se levantó del sillón e hizo caso.Cuando estuvo en el baño, lavándose las manos, volvió a ella el malestar de tener que comer frente a él. Se recordó a sí misma los
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