Hiz se preguntó mucho aquello, ¿dónde iba a dormir Dober si ella era quien ocupaba la cama? Llegó a pensar en levantarse e irse para otra habitación; por lo que había dicho Dane, la señora Margaret andaba preocupada por ella, seguramente, si le pedía una prestaba, le daría cobijo.Pero, cuando vio a Dober aparecer en la habitación, merodeándola y revisando las máquinas que estaban conectadas a ella, supo que aquel hombre de verdad sí estaba preocupando por su salud; sería muy seguro que la regañaría por levantarse. De hecho, cuando quiso acomodarse en la cama, porque sentía su espalda cansada por estar en la misma posición por tantas horas, él la miró con un poco de enojo.—Quédate quieta —ordenó.Se acercó a la cama.—Disculpe, es que… —Hiz alzó un poco la cabeza, aunque, a los segundos, supo que fue una muy mala idea, porque todo su mundo se tambaleó.—En este momento estás demasiado drogada, Hiz, te sentirás mal si te mueves o podría dolerte todo el cuerpo —explicó Dober, volviendo
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