En aquel Orfanato donde Marion creció, los niños rara vez eran adoptados, la mayoría terminaba abandonando la institución, por sus propios medios, al cumplir quince años. Los gobernantes apenas y les enviaban el dinero justo para los alimentos y mínimo salario de las cuidadoras, pero aún así no podían negarse a recibir a los niños que dejaban en su puerta, por lo que, para intentar sobrellevar la pesada situación, la directora decidió pedir la colaboración del Templo. El Templo congregaba a todas las personas que quisieran profesar la religión, sin distinción de clases sociales y, a su vez, era un gran nexo entre quienes necesitaban ayuda y aquellos que estaban dispuestos a darla, Annet Firent era una de esas personas. Luego de quedar viuda, y con sus hijas ya siendo adultas responsables, Annet se dedicó a viajar por todo el Reino, tratando de hallar una nueva meta en su vida, y la encontró haciendo caridad a través del Templo, fue así como llegó hasta el viejo Orfanato. Debido a su
Leer más