Pensé que las sesiones con la psicóloga iban a ser más difíciles. Son complicadas por las temáticas que abordamos, sin embargo, no me cuesta contarle mis cosas. Al igual que Jane yo soy muy reservada y me da vergüenza admitir que acepté un maltrato psicológico enorme por parte de mi esposo. También, me avergüenza haber tenido un amante. Bajo los códigos que fui criada eso era inmoral. No era muy distinto a ser una meretriz. Y a todo esto se suma haber bailado en un tugurio donde se realizan negocios ilegalesA Amanda, mi psicóloga, le hablé de mi mala relación con Cristian y lo difícil que era estar con Eduardo. Le comenté que a ambos le tenía miedo. Entendió que yo temiese a mi cónyuge, pero, no lograba ver el peligro en mi examante. Esto era porque no le conté todo. Omití que mi cuñado se dedica a negocios turbios y que me ofreció matar a mi marido. Tampoco, le dije que yo trabajé como bailarina en uno de sus cabarés cuando me enteré de que mi esposo tenía una amante. Todo con el fin
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