MAYAPara cuando Mary (por fin) se decide a volar del nido, me llama diciendo que nuestra madre parecía más aliviada que otra cosa. Denver lleva un par de años esperando a que se decida a mudarse con él, Mary lo ha atrasado porque le daba pena dejar sola a mamá.—Es que tienes veintidós años, Mary. Ya molestabas en casa. Sabes que mamá tiene sus líos, ¿verdad?—No digas que tiene sus líos —lloriquea, escucho a Denver reírse por detrás—. Es que me da cosa... Sigue sola en casa, ¿y si le pasa algo?—¿Pero qué le va a pasar? Eres una paranoica.—¿Crees que tiene novio?—¿Por qué no vas y se lo preguntas? Vives a veinte minutos de ella.—Porque igual te lo ha contado a ti.¿A mi? Llevo semanas retraída con miles de cosas más.—Que va. Te voy a colgar, Mary, tengo mucho que hacer.Tengo demasiado que hacer. Pensaba que las wedding planner se encargaban de quitarme a mi el trabajo y resulta que en todo este año de preparativos he asistido a unas once pruebas de vestido, veintemil pruebas de
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