KATIA VEGAConforme los días pasaron noté que los trabajadores aceptaban a Marcos cada vez más, hasta el punto de que, a la hora de la comida y durante el desayuno, comían y bromeaban juntos, eso sí, con Samuel en su regazo, pegado a él. Aunque mi bebé no sabía que era su padre, parecía que a su corazón no le cabía duda. Durante él día Marcos realizaba cualquier trabajo, cada vez con más habilidad, y tenía tiempo para juguetear con Samuel, incluso con Emilia, aunque a Arturo le dieran celos, pero nadie podía negar que él había sido la primera figura paterna de la niña y ella no lo olvidaría tan fácil, mucho menos lo dejaría de querer. Por las noches le ayudaba a curar sus heridas, que cada vez eran menos, o él terminaba explicándome cosas que yo no dominaba en el arte de ser CEO. Después de tirar las gasas sucias a la basura y cerrar la computadora portátil, terminaba sucumbiendo a sus caricias. Cuando sentía sus labios deslizándose por mi cuello y su mano firme sobre mi muslo, subi
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