Capítulo 90: Disculpas y sorpresas

KATIA VEGA

Estaba a nada de pedirle a Silvia que llamara a un médico, no podía más con este cansancio, o eso era lo que estaba pensando mientras que en la cocina me engullía una piña completa. 

—¿Está todo bien? —preguntó Silvia con el ceño fruncido, viendo como devoraba el último pedazo. 

—No, nada está bien, tengo hambre y tengo sueño —contesté resignada—. Quiero unas donas glaseadas rellenas de mermelada de frambuesa —agregué con los codos sobre la encimera y el rostro escondido entre mis manos. 

—¿Señora Saavedra? —preguntó Lomelí con excesiva diplomacia—. La madre del señor Saavedra vino d

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