KATIA VEGA
Dado que un embarazo gemelar era más llamativo que uno normal. La boda se programó para una semana después. Mi suegra, queriendo cuidar de mí durante mi embarazo, se ofreció a hacerse cargo de los preparativos.
Para ser sincera, estaba aterrada de que la fiesta fuera a gusto de ella y no mío, pero para mi sorpresa, cada decisión la tomé yo, ella solo se encargó de hacer los pedidos, visitar las tiendas, pero siempre respetando mis gustos. Incluso el vestido que me ofreció solo era una opción, pues me había aclarado que, si yo no lo quería usar, no tenía que hacerlo.
Era cuando me daba cuenta de que los temores de Rosa eran injustificados. Las cosas habían cambiado de verdad y con que yo estuviera segura de eso, era má
MARCOS SAAVEDRAAceleré sin importarme los altos que me pasé o todas esas luces en rojo. Me estacioné cerca del puente y troté hacia él, paseando la mirada en cada mujer que lo recorría. Quería volver a ver a Stella y al mismo tiempo, deseaba que todo fuera una maldita broma. Entonces la encontré…Recargada en el barandal, como aquella vez, recibía la brisa que jugaba con su cabello. Parecía que había sentido mi presencia, pues volteó lentamente, mostrándome su hermoso rostro. Había perdido la melancolía de la última vez. Pronunció mi nombre, aunque no la escuché. Corrió hacía mí con emoción, como tantas veces soñé. Se abrazó a mi torso y su calor me regresó a la realidad, confirmándome que no se trataba de mi imaginación, en verdad ella había vuelto. Posé mis manos en sus hombros, incapaz de abrazarla como tanto tiempo quise hacerlo. —No pareces muy feliz de verme… —dijo al levantar su rostro hacia mí.—Yo creí… —Me sentía incapaz de hablar, había un nudo en mi garganta que me obl
MARCOS SAAVEDRANoté el alboroto entre los presentes mientras mi madre discutía con el hermano de Katia. ¿Qué había ocurrido? Revisé mi reloj y al notar la hora supe todo el tiempo que había desperdiciado con Stella. —Arturo intenta cancelar la boda… Tu madre no quiere, tiene fe en ti —dijo Rosa a mi lado. Su rostro era una combinación de frustración, tristeza y odio—. ¿Quién es ella? Por algo te fuiste y, para alguien como tú, el único motivo debe de ser una mujer. —Eso es algo que a ti no te interesa… pero si te preocupa que fuera infiel, no fue así —contesté tajante—. ¿Dónde está Katia?—Arreglándose para regresar con nosotros a la finca —agregó apretando los dientes—. ¿Sabes qué es lo que más coraje me da de todo esto? Que… por más que quiero abrirle los ojos y mostrarle el asco de persona que obviamente no has dejado de ser. Yo soy la mala. »Tú has cometido error tras error… uno peor que el anterior, y aun así, ella te tiene fe y confianza. Cree en todo lo que salga de tu put
KATIA VEGASalí con un maquillaje más sencillo y el cabello más natural. Me planté al lado de Arturo quien suspiró al verme. —¿Estás segura? —preguntó torciendo la boca, lleno de incertidumbre.—Muy segura… —contesté dándole un beso en la mejilla antes de que comenzara la marcha nupcial. Solo tuve que levantar mi mirada hacia Marcos, quien me esperaba, apuesto y confiando, en el altar.La ceremonia pasó sin altercados y de vez en vez desviaba mi atención hacia Rosa, quien me dedicaba sonrisas amplias, pero sus ojos aún ardían de rencor. El único momento donde no pudo disimular su molestia fue justo cuando puse mi firma en el acta de matrimonio, después de eso, su actitud regresó
MARCOS SAAVEDRAAl adelantar la boda, no tuve tiempo de terminar con los pendientes en la oficina, así que la luna de miel se tenía que posponer. Llegué al banco nacional y a cada paso que daba me llenaron de felicitaciones y saludos, no me digné a contestar ninguno, pero no pude evitar mostrar una sonrisa victoriosa en mi rostro. Al llegar al elevador vi mi anillo de matrimonio con suficiencia y orgullo, por fin Katia era toda mía, incluso legalmente.De pronto comprendí que también tenía la obligación de mantenerla feliz. No deseaba que en algún futuro quisiera el divorcio y se diera cuenta de lo que le hice firmar. Así que lo decidí, me estaba costando mucho aceptarlo, pero sabía que era lo mejor. Pasaríamos la luna de miel en la finca, junto a su familia, por mucho que eso me
MARCOS SAAVEDRADespués de esa maldita visita, tuve que refrescar mi rostro en el baño, me sentía abrumado y nervioso. Lo que más me preocupaba de todo esto era perder a Katia.En cuanto me vi al espejo noté una mancha carmín en el cuello de mi camisa. ¡Stella! ¡Ella había puesto ese labial ahí! Lleno de rabia me quité el saco y la corbata, salí furioso del baño y presioné el botón del comunicador mientras me quitaba la camisa. —Necesito una camisa nueva de inmediato —le pedí a mi secretaria.De pronto un destello llamó mi atención. En el edificio contiguo había algo que brillaba con tal intensidad que parecía visible a esa distancia. Entorné mis ojos buscando el motivo de esa
KATIA VEGA—¿Qué ocurre? —preguntó Marcos desconcertado y dejé el folder en su escritorio.—Eso quiero saber… —respondí intentando tragarme el dolor y mostrarme orgullosa—. ¿Qué ocurre? ¿Qué está pasando? Tengo una respuesta a tu repentina ausencia el día de nuestra boda, pero… no entiendo…—¿De qué estás hablando? —inquirió Marcos frunciendo el ceño. En ese momento abrí el folder, mostrándole las fotos que la reportera me dio.—¿Por qué no me dijiste que Stella seguía viva? ¿Por qué no me dijiste que había regresado? ¡Yo como una tonta creyendo que…! —No sabía cómo lidiar con esto—. No es cierto, no puedo creer que Rosa tuviera toda la razón.—Katia…—No lo digas… Yo sé l
KATIA VEGAEse día, después de que rompiera las fotos y las quemara, regresamos juntos a casa. Marcos se comportaba tan cariñoso como siempre, pero yo… no me sentía bien. ¿Cómo podía besar los labios que se derritieron sobre la boca de Stella?¿Exageraba? Sinceramente no lo sabía, pero lo que sí sabía era que me dolía el corazón y que sus palabras y promesas no fueron suficientes para que dejara de ver esas imágenes en mi cabeza. No podía evitar sentirme engañada y desplazada. Todo mi esfuerzo, mis buenos sentimientos, nada había importado. Me sentía intimidada por la presencia de Stella, pero no necesariamente por su regreso, sino porque aún creía que tenía mucho poder sobre Marcos. MARCOS SAAVEDRAFurioso, la empujé, alejándola de mí. Eché un vistazo alrededor, temiendo que su camarógrafo estuviera cerca.—No harás nada de manera impulsiva… —contestó acariciando su cuello—. Buscarás la oportunidad exacta en la cual no te veas afectado. Lo sabemos, te conozco, y por eso mismo te recomiendo que pienses dos veces antes de hacer algo.»Tengo mucha ventaja sobre ti. Porque te conozco a la perfección, pero tú… tú no me conoces en absoluto. Aunque no pude llegar muy lejos en mi profesión, cabe aclarar que soy magnifica actuando.»Escúchame bien, Marcos, me despreciaste y me humillaste por un remedo de mujer, inútil, tonta, déCapítulo 104: Guerra declarada