Antonella levantó su celular al escucharlo timbrar. El día estaba siendo tranquilo, y aprovechaba para revisar algunas cuentas mientras Ariana, la nueva ayudante que había contratado a tiempo completo, se encargaba de preparar los pedidos. No había sido difícil tomar la decisión de contratarla. Ariana había trabajado con ella a medio tiempo en el pasado, ayudándola a cubrir eventos, y Antonella sabía que era alguien responsable. Cuando pensó en contratar a alguien, recordó el comentario que Ariana le hizo durante San Valentín, mencionando que estaba buscando trabajo.—Hola, buenos días —respondió al celular, sin apartar la mirada de su computadora.—Bonita blusa. —La voz al otro lado de la línea era inconfundible, helada y burlona—. No hay demasiadas personas hoy, a diferencia del día de San Valentín. Por cierto, las rosas rojas eran hermosas, aunque nunca supe si a leo le gustaron. El corazón de Antonella se detuvo por un instante, y una corriente helada recorrió su espalda. En la ú
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