Al llegar a la mansión, el portón se abrió automáticamente, como siempre. Una vez dentro, apagó el motor y se quedó inmóvil en la oscuridad del auto, estudiando la fachada de la casa. Las luces estaban encendidas; eso significaba que Clara y los demás seguían allí, despiertos, tranquilos, viviendo su vida con tranquilidad, mientras Alejandra y su hijo estaban a punto de morir.Con el rencor, la rabia alimentada en su interior, y salió del auto. Caminó por el camino de piedra hasta la puerta principal y ni siquiera abrió la puerta con la llave, si no que le dio una fuerte patada, haciendo que la cerradura saltara. En ese momento el ama de llaves apareció con su rostro sorprendido, y allí no tuvo la menor duda de que ella lo sabía todo, por eso su palidez, y su intento de distraerlo. Sin decir nada más y sin importarle que se trataba de una mujer, le brincó encima como si él fuera un depredador y ella una presa.La tomó por el cuello y la levantó sin ninguna misericordia apretando su c
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