—Papá —apareció en pijama, con Abril aferrada a un peluche en forma de perrito. ¿En qué momento había dejado de ser su favorito el oso? —Supongo que ya has cambiado a tu peluche. —Este es el señor Tony. —¿Tony? Ese parece ser un nombre divertido para un perrito. Pero está bien, llévalo contigo. —¿Le puedo decir a la abuela que me lleve al parque? —No estoy seguro si la abuela puede llevarte al parque, así que mejor pregúntale. Y si no puede, quédate tranquila y no te enfades, ¿de acuerdo? —le pidió, y la pequeña asintió como una buena niña. —Papi, yo sé que estás ocupado. ¿Trabajas mucho para darme de comer? Porque puedo comer menos y así no tendrás que trabajar tanto.—¿Eh? No deberías decir eso, cariño, pero... —suspiró, sorprendido por el comentario de Abril. No sabía qué responderle. —Así podrás estar más conmigo, papi —le dijo ella, acercándose. Él se inclinó y la acarició dulcemente la mejilla. —Vale, entiendo lo que quieres, y te prometo que voy a estar más tiempo contig
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