Hanna se despertó cuando la mano de su abuela tocó ligeramente la suya. La chica miró a la mujer en cama, que parecía realmente estar viviendo sus últimos momentos de vida. El corazón de la chica dolió porque, a pesar de la forma en que había crecido, su abuela seguía siendo su abuela.— Estás aquí — la mujer habló débilmente —, mi pequeña niña tonta, porque viniste.— Cómo no iba a venir abuela — dijo — que fue lo que pasó, porque no me dijiste que estabas enferma del corazón, porque…— Shhh, esto es solo mi castigo — la mujer pareció estar resignada — por la forma en que traté a tu madre, la forma en que me vengué de ella tratándote a ti de aquella forma — Hanna solo pudo mirarla — lo siento tanto, mi niña, si no hubiera sido tan mala quizás no habrías… No habría terminado involucrada con un bastardo como el padre de mi nieto.— Abuela, no tienes que preocuparte, por eso yo voy a…— Escúchame bien, Hanna — la mujer sujetó más fuerte la mano de su abuela —. Si tu madre aparece, mánda
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