Hanna dio el último adiós al féretro de su abuela a las diez de la noche, tomó las cenizas que le entregaron y limpió sus lágrimas antes de salir de aquella pequeña sala del hospital donde estuvo completamente sola.La chica miró la hora en su reloj antes de pedir un taxi hasta el barrio justo al otro lado de Memphis, perfectamente lejos de Maximiliano. Subió las escaleras de aquel desierto edificio alrededor de las doce y trató de no sentirse mal mientras abría la puerta de aquel lugar. Lo había comprado hacía dos semanas, era pequeño pero confortable. Perfecto para una cita de una trabajadora social.La chica caminó entre los aun sin desempaquetar muebles de aquel pequeño salón y dejó la urna de su abuela en un lugar seguro dentro de uno de los estantes que el vendedor había dejado en aquella casa.Hanna se dijo que debía pensar mejor en cómo haría las cosas a partir de ese momento, se dejó caer sobre el sofá aún cubierto por aquel olor que adquirían las cosas guardadas por demasiad
Hanna se sentía mejor, incluso si no podía decirle a nadie que su abuela había muerto, y sabía perfectamente que no podía estar mejor si estuviera en otro lugar que en casa de Maximiliano. La mujer terminó de colocar otra de las mini banderitas con purpurina en los cupcakes que habían traído en el catering y tachó de su lista aquella acción.Una tristeza se apoderó de ella cuando pensó en su hijo. Siempre había querido una fiesta de cumpleaños, así, sin embargo, nunca pudo tenerla. Hanna sabía que su hijo comprendía que su situación económica nunca fue la mejor, pero ella lo había visto emocionado en la fiesta de sus antiguos compañeritos de curso.Hanna se movió alrededor de la mesa buffet para niños en el jardín y recolocó uno de los moños que se había movido antes de cerciorarse de que la fuente de chocolate estuviera justo donde había pedido. La mujer se volteó terminando de tachar un par de cosas más en su lista, pero el rostro de la madre de Tiffany hizo que el poco buen humor e
Hanna saludó a un par de padres más mientras recibía los regalos de las hijas de su hermana, La chica que se sentía preocupada por que la verdadera Tiffany apareciese en aquel cumpleaños creando un caos. Maximiliano a su lado colocó una mano en el hueco de su espalda. Hanna le sonrió ligeramente antes aquel toque que le recordaba que cada día tenía menos tiempo con aquel hombre maravilloso que no le pertenecía.— Iré a cerciorarme de que Leila esté portándose bien — la mujer sonrió antes de que aquel hombre le diera un rápido beso en la mejilla — vuelvo en unos minutos.Hanna se quedó una vez más sola en la puerta de la casa, las personas siguieron llegando y todo pareció en calma por unos veinte minutos, sin embargo, cuando un sedán azul se acercó a la entrada, Hanna sintió que sus pies temblaban.La mujer de unos cuarenta años que sostenía un regalo en su mano mientras ayudaba a bajar del auto al pequeño niño de la misma edad de Leila, que ella no podía creer, estuviera a punto de e
Maximiliano suspiró mientras miraba desde lo lejos a la dulce mujer sentada entre un par de niños más allá de la piscina. Su corazón se agitó tanto como cuando la primera vez que confirmó la verdad detrás de aquel rostro tan familiar y a la vez desconocido.— ¿Te has enamorado de tu mujer? — Maximiliano miró a la mujer que dijo aquellas palabras— no pensé que diría esto alguna vez, sabes…Ananda era la madre de uno de los amigos del colegio de Liam, también era la mujer de uno de sus socios más cercano. Sabía lo que estaba sucediendo porque su familia también había sido amiga de la suya propia durante años.— ¿Crees que es una locura? — fue su única respuesta — ya sabes, querer a Tiffany después de todos estos años.— Únicamente si hubiese vuelto a nacer Maximiliano, recuerda que los conozco desde hace demasiado tiempo y Tiffany jamás habría hecho algo como eso — señaló a la mujer más allá de ellos — ¿Acaso está muriéndose? — No lo sé — mintió — ella… Ella regresó siendo alguien comp
— ¿Entonces está diciendo que la situación de Hanna ha mejorado con respecto a cuando acudió a usted?— Si, en realidad es increíble y admirable todo lo que esa chica ha intentado para recuperar a su hijo— el abogado miró una vez más el fajo de billetes a su derecha— le cuento esto solo porque estoy seguro de que usted es un buen hombre, ese Henrry parece una buena pieza, de hecho, ni siquiera comprendo que sea profesor en un colegio prestigioso con sus… Pasatiempos.— ¿Pasatiempos?— Verá, señor… me tomó en serio mi trabajo, mucho más si el cliente paga bien así que pedí una investigación privada y esto es una información que aún no le he dado ni siquiera a la señora Hanna — el hombre sacó un sobre blanco de su gaveta — al parecer al exesposo de su mujer adora gastar su salario en un bar de prostitutas ilegal en las afueras de la ciudad.— ¿Tiene pruebas? — Maximiliano frunció el ceño — ¿Puede probar lo que está diciendo?— Por supuesto que puedo — el hombre golpeó el sobre — lo atra
Maximiliano siguió a Hanna hasta el hotel donde había visto a Tiffany la última vez, notó el comportamiento extraño de su mujer a medida que avanzaba por el lobby de aquel Lugar y Maximiliano quiso, pero realmente no pudo esperar más así que cuando Hanna subió con prisas al elevador el hombre miró el número al que subiría para tomar el elevador privado justo al lado.Hanna tembló mientras se aferraba a aquel bolso lleno de dinero que, de una forma u otra, debía admitir, había robado. Sabía que en el momento de explicar tendría como explicar por qué lo había tomado; sin embargo, seguía siendo dinero, un dinero que había robado, ella. Que jamás en su vida había robado una sola cosa.Hanna bajó del elevador en el piso seis, caminó decididamente con la mirada fija en el cuarto suite al final de aquel pasillo, pero antes de que atravesase por completo aquel lugar fue tomada por alguien y empujada dentro del área de las escaleras.¡Alguien iba a robarle!Pensó la chica mientras se aferraba
Tiffany abrió la puerta de su habitación con una copa en sus manos y un diminuto vestido de satén que no era otra cosa que ropa de cama. Hanna miró furtivamente hasta las puertas cerradas del elevador antes de entrar con prisas hacia dicho cuarto.La mujer notó el desordenado lugar mientras dos sujetos a medio vestir salían con prisas hacia el pasillo. La mujer se burló del rostro incrédulo de aquella estúpida que había contratado para engañar al inepto de Maximiliano, se dejó caer en uno de los cómodos sofás de aquella habitación y habló con aburrimiento.— Pensé que vendrías mañana — Tiffany encendió un cigarrillo — ¿Qué te hizo cambiar de opinión?— Quiero hablar — Hanna dijo tragando con fuerzas —. Quiero saber qué va a suceder con Maximiliano ahora que has dicho que vas a regresar como vas a hacerlo, quiero saber cuáles son tus plan…— No necesito decirte nada — respondió — cuando quiera volver te irás y punto.— Pero Maximiliano — Hanna la miró —, ¿cuánto crees que tardará en da
— ¿Fueron entregadas? — preguntó Maximiliano al hombre al otro lado del teléfono mientras miraba a la sala donde todos aquellos hombres trajeados esperaban por él.— Sí, señor, las fotos fueron subidas al sitio web de profesores, también las enviamos al correo de diez de los padres más influyentes, oh, y al rector — le informaron —, no hay forma de que ese hombre salga de esta limpio.— Excelente, transferiré el dinero en diez minutos — concluyó antes de finalizar por completo la llamada.Maximiliano superó una vez más, vio a Anderson sentado en la sala con el resto de hombres y aquella situación no le desagradó más porque no había manera. Él no sabía de política realmente, pero algo era obvio, no había forma de que aquellas personas fuesen buenas y honradas si se llevaban tan bien con Anderson.El hombre caminó dentro de la sala cuando no le quedó más remedio y carraspeó antes de sentarse una vez más en su silla a la cabeza de la mesa. Su seguro sonrió mientras hablaba con una mano t