Era ya un nuevo día en el hospital exclusivo de Danilo, en Alta Mira, la brisa matutina se colaba con suavidad a través de las cortinas de la habitación, llegando a casi todo resquicio de aquel hermético lugar, era cálido y reconfortante.Mary, aun pasando las últimas secuelas de su convalecencia, yacía sentada en su cama, con Danilo a su lado, en donde le gustaba estar a él. Ambos se habían acomodado para recibir a los ex compañeros de trabajo y podría decirse, amigos, que ella ya esperaba con ansias.La puerta de madera pintada de blanco se abrió y Angela, seguida de Ricardo, entraron con unas miradas llenas de alivio, tan preocupadas que a simple vista lo demostraban sin haber dicho una sola palabra.Avery los había escoltado y se quedó mirando la escena también. Callum seguía en su puesto, afuera de la habitación, pero su oído desarrollado escuchaba todo.—¡Mary! —exclamó Angela cuando tuvo a su amiga a centímetros, para abrazarla con la mayor delicadeza posible—. Dios mío, nos tu
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