Aunque no le pareció muy buena idea, Oliver tuvo que decirle adiós a la estudiante cuando llegaron a la Universidad y sus caminos se dividieron de manera forzosa.Disimular no era parte natural en él, pues, si bien, no tenían clases juntos ese día, se las ingenió para buscarla en los recesos entre clase y clase.Necesitaba verla. Comió incluso en las mesas exteriores y no le quitó los ojos de encima durante ni un solo segundo. Por más que se exigía a sí mismo dejar de babear y ser tan obvio, no pudo comportarse.La joven le resultaba como un imán poderoso que lo atraía hacia él sin derecho a refutar, ni siquiera a pensar.Sí, había dejado de pensar esa mañana, cuando le había invitado el café. Había acelerado un coche sin frenos y él lo tenía clarísimo.Se sorprendió cuando la vio a ella, tan discreta que no lo miró más de dos veces, y tan despreocupada que tuvo enormes deseos de correr a contarle la verdad a Simona, quien de seguro lo iba a criticar y a crucificar por tan menudo er
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