Al día siguiente, la casa Montenegro estaba envuelta en una atmósfera de tensión palpable. El aire matutino, normalmente lleno de risas y conversaciones alegres, estaba cargado de silencios incómodos y miradas furtivas. Ava había decidido no desayunar con la familia, su enojo por la ausencia de Sebastián en el desfile aún fresco en su mente.Sebastián, por su parte, trataba de mantener una apariencia de normalidad, aunque la ausencia de Ava en la mesa era un recordatorio constante de su error. Sentado junto a Valeria y Valentina, intentaba concentrarse en el desayuno, pero su mente estaba en otro lugar.Valentina, ajena a la tensión, tenía una gran sonrisa en su rostro, su ánimo claramente elevado por algo que había ocurrido. Sebastián la observó por un momento antes de decidir romper el silencio.—Valeria, cuéntame sobre tu novio —dijo de repente, tratando de sonar casual.Valentina, sorprendida, levantó la mirada de su plato. —¿Novio? ¿Qué novio? —preguntó, su curiosidad evidente.V
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