Asher escuchó el jadeo entrecortado de Isobel cuando Endora apareció y la enorme garra de la mujer se colocó en el cuello de su compañera. Sabía que convencer a la manada no iba a ser fácil, pero solo necesitaba tiempo para que el ritual se celebrara y esa maldición cayera para poder sacar a Emma de allí. Miró a su alrededor y vio como su gente, la que aún se mantenía fiel a él, habían reducido a los rebeldes. Si Emma se hubiera marchado, ahora estaría a salvo y él se ocuparía de poner orden, pero, en su lugar, estaba siendo retenida por Isobel y sin su magia. Debería haberle quitado esa pulsera a la sanadora en cuanto se la ofreció, pero todo sucedió tan rápido, que no tuvo oportunidad de hacerlo. Para colmo, esa bruja de Endora, incapaz de cumplir una sola orden, se presentaba allí para caldear más el ambiente. Asher no podía quitar la vista de su compañera e idear en su mente todas las posibles opciones para acercarse y acabar con Isobel, pero, con la presencia de la bruja, cua
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