Arturo.Estaba parado en el altar, con los nervios de punta, deseando ver entrar a la mujer que me enloquece cada día.Había escuchado de muchos conocidos como había sido su experiencia, pero nada se compara con vivirlo en carne propia, de verdad que es algo difícil de explicar.Verla entrar de la mano de su madre, con una gran sonrisa en sus labios y con su mirada fija en mí, no se compara con nada, lucía tan hermosa que no pude evitar sentir ganas de llorar, pues era lo que siempre había soñado.La ceremonia fue tranquila y muy sencilla, pero perfecta, los dos nos juramos amor frente a Dios, prometiendo cuidar el uno del otro.Después de terminar la ceremonia, todos nos dirigimos al lugar donde se llevaría a cabo la recepción, hicimos nuestra entrada, bailamos el val como marido y mujer, luego mi querida esposa se fue a cambiar el vestido a uno más cómodo, cosa que no debía desaprovechar.—¿Qué haces aquí?—me pregunto, cuando me vio entrar a la habitación en donde estaba caminando s
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