―¿Estás bien? La voz grave y ronca de Oliver me causa un estremecimiento. ¿Qué había sucedido? No lo sé, pero se sintió tan extraño y diferente. Algo que no había experimentado antes. No, nunca me habría sometido a una locura como esta. Sentí angustia, dolor, pero también una excitación que me hacía erizar la piel. Ahora no dejo de pensar en ello y me encuentro sensible con el más mínimo contacto. No puedo hablar, tampoco ver. No puedo evitar temblar cuando le siento sobre la mesa. Él retira lo que metió en mi boca y luego descubre mis ojos. No pude ver nada, pero más que miedo por lo que pudiera hacer, tenía una gran expectación. Aprieto mis ojos antes de abrirlos y adaptarme a la luz, es bueno que sean bajas, me cuesta menos acomodar mi vista. Oliver está apoyado en sus rodillas mirándome. Levanta sus cejas con gesto interrogante, espera que responda, pero yo solo miro mi pecho y la sensación de una costra de cera dura sobre ellos, también e
Leer más