AVRIL STEELChapman había peleado fuertemente con el detective, este deseaba que me presentara como testigo del intento de homicidio de mi propio atacante. Si fuera por mí, no me importaría que se muriera. Fue entonces que escuché que la hija de Chapman, una tal Rita, había muerto al ser atropellada. La policía no había encontrado a ningún culpable. «¡Se esfuerzan por encontrar a alguien que enfrentó a un criminal y que salvó a Avril, pero no veo que encuentren al bastardo que mató a mi hija!», había exclamado el doctor, lleno de furia, sus ojos ardían y sus puños temblaban por la impotencia. Incluso me sentí apenada por él.«Le recuerdo que nosotros no la matamos, doctor… Fue usted mismo al desconectarla para poder darle su corazón a otra mujer», había contestado el detective, de manera cruel e hiriente, dejando al pobre Chapman congelado.Acaricié por encima de la blusa mi cicatriz que había comenzado a arder. ¿El doctor Chapman me había dado el corazón de su hija? Sabía que él me h
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