Lara trató de cerrar la puerta, pero Sara se lo impidió. — ¿Acaso viniste a burlarte de mí? — le preguntó a la mujer. Al parecer, había llorado tanto que tenía la garganta entumecida y la voz le salió ronca — . Créeme, aunque no lo parezca, tengo dignidad. Quédate con Emiliano, no me importa, solo déjame en paz. — Entonces, ¿por qué no me dejas tú en paz a mí? — le gritó Sara. Tenía tanta rabia que no le importó el estado lamentable en el que estaba la mujer.Lara blanqueó los ojos, parecía cansada de esa conversación, parecía cansada de todo. — ¿De qué estás hablando? — preguntó, medio hastiada, medio estresada— ¿No te bastó con dañar los diseños de mi colección, Si no arruinar mi cuaderno y ahora amenazar a mis hijos? Esto ha llegado muy lejos y ya no lo voy a permitir. Quiero que te detengas ahora, si quieres hacer algo o decirme algo, dímelo aquí y ahora, no metas a mis hijos en esto.Lara abrió los ojos, sorprendida. — ¿De qué diablos estás hablando? — le preguntó una v
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